martes, 10 de abril de 2012

COSTILLAS DE CERDO A LA BARBACOA

Ahora mismo tendría que ponerme a estudiar porque mañana tengo examen de marketing pero he preferido escribir un nuevo post porque necesito desahogarme un poco y desconectar de los estudios. Aunque sólo haga unas horas que acabamos de reincorporarnos a las clases, necesito YA un respiro. Supongo que porque hoy no ha sido un buen día.

La desgracia que me ha ocurrido hoy no puedo achacarla a la rotura del espejo que se me cayó la semana pasada y se hizo trizas sobre el bidé. Sería demasiado fácil echarle la culpa a un hecho fortuito que no tiene por qué haber afectado al transcurso normal de mi existencia. Además, nunca me he considerado una persona supersticiosa ya que, si así fuera, miles de infortunios ocurren a mi alrededor cada día sin poder remediarlos y no tienen la culpa ni estoy en situación de poder hacerles responsables del devenir de las cosas que suceden en mi vida.

Definitivamente la rotura del espejo no ha tenido nada que ver. Tampoco que ese mismo día se precipitara al vacío mi cepillo de pelo favorito y también se rompiera, ni que el sábado, preparando el adobo para las costillas de cerdo, se me cayera la mano de mortero partiéndose en dos. No, nada de esto ha tenido, ni tiene nada que ver con lo que me ha ocurrido hoy.

Todo ha sido resultado de mi mala cabeza, de mi irresponsabilidad, de mi despreocupación por lo verdaderamente importante... Y es que hoy, no me han ingresado mi correspondiente prestación por desempleo, a la que tengo derecho por haber cotizado durante un año. Y no ha sido porque, de repente, las arcas del Estado se hayan quedado sin fondos, que bien podría ser cierto, ni porque el encargado de remitir las transferencias con las cantidades pertinentes a los diferentes números de cuenta se haya olvidado o confundido, no. Si hoy no me han ingresado lo que por ley me corresponde no ha sido más que por mi culpa. Sí, sí, por mi culpa. Y es que olvidé renovar mi demanda de empleo con el Instituto Nacional de Empleo en la fecha correspondiente. Cosa a la que estamos obligados/as, cada cuatro meses, todos los españolitos/as que nos encontramos en situación de desempleo. Como es mi caso. Y que, para más INRI, estamos percibiendo una prestación contributiva, o no. Ya que, previa concesión de dicha prestación, nos hemos comprometido a buscar trabajo de manera activa y, estar dado de baja del INEM supone todo lo contrario. Es decir, que no te importa no tener trabajo y, es más, que no tienes intención de buscarlo porque tres narices te importa no tenerlo (quiero aclarar en este punto que no es mi caso, en absoluto).
Así que mañana a primerísima hora tendré que "acercarme" a mi oficina del INEM a resolver la situación aunque esta tarde ya me han anticipado que, con tanto tiempo de descuido, poca cosa podré hacer.
En fin, que, para ahogar mis penas de alguna manera, hoy os deleito con esta estupenda receta: COSTILLAS DE CERDO A LA BARBACOA.

Ingredientes:
Costillas de cerdo (a razón del número de comensales. Yo calculé dos por persona, si son grandes)
3 cucharadas de ketchup
3 cucharadas de miel
3 cucharadas de mostaza
1 vaso pequeño de vino blanco
4 dientes de ajo
Picada de ajo y perejil 

Elaboración:
Preparamos el adobo la noche anterior a la preparación del plato para dejar las costillas macerando durante toda la noche. Para ello picamos los cuatro dientes de ajo y añadimos el ketchup, la miel y la mostaza. Cuando hayamos conseguido una mezcla homogénea, incorporamos el vaso de vino blanco (cosa que decidí hacer yo por cuenta y riesgo propios, ya que la receta original se limitaba a nombrarlo en el listado de ingredientes. Luego, se olvidaba comentar qué había que hacer con él...) y la picada de ajo y perejil, al gusto. 

Una vez saladas las costillas, las colocamos en un recipiente apto para horno y las embadurnamos bien con la mezcla anterior. Lo que nos sobre lo abocamos en el recipiente ya que, al día siguiente, cuando las hayamos metido en el horno, nos permitirá ir bañándolas con ese adobo sobrante.

Al día siguiente, precalentamos el horno a unos 190 grados de temperatura e introducimos la bandeja con las costillas adobadas. Horneamos de unos 45 minutos a una hora. Ya sabéis que depende mucho de cada horno. Hay que ir controlando para que no se nos pase demasiado, hasta el punto de ser irremediable. 

El acompañamiento es opcional. Yo opté por unas patatas asadas, porque me chiflan, pero podéis acompañar las costillas con verduras asadas, ensalada... No sé. Lo que se os ocurra.

Me despido hoy deseandoos que no os ocurra lo mismo que a mi. Que esta anécdota que os he trasladado la toméis a modo de advertencia o consejo. 

Disfrutad de esta nueva receta.

Que aproveche!









No hay comentarios:

Publicar un comentario