miércoles, 28 de abril de 2010

SALCHICHAS A LA CERVEZA CON ACOMPAÑAMIENTO DE MANZANA CARAMELIZADA

Hoy me he levantado con energías renovadas. No sé si se debe al baño de sol que me di ayer o a que hoy es el gran día, el día de la remontada, el día en que jugadores y míster echaran el resto para quedar finalistas de la Liga de Campeones.

Bajo el lema "Ens hi deixarem la pell" los aficionados culés están dispuestos a apoyar a su equipo hasta el final porque, en ocasiones, la victoria no sólo está en el terreno de juego, muchas veces depende de la confianza que millones de seguidores depositan en su equipo, por eso hoy, la ciudad condal se viste de azul y grana para demostrar, más que nunca, que está con el Barça, porque todos deseamos llegar, y ganar, la final en el Bernabéu.
¡Suerte y a por todas!

Y como hoy es un día de grandes emociones no quiero complicaros con una receta dificultosa. La de hoy es una receta original, diferente y con mucho sabor.

Ingredientes:

8 salchichas
1 lata de cerveza
1 manzana
25 gr. de mantequilla
25 gr. de azúcar
Sal

Elaboración:

Ponemos las salchichas en una fuente apta para hornos y, a continuación, bañamos las salchichas con la cerveza hasta que queden completamente cubiertas.
Calentamos el horno a 200 grados y dejamos las salchichas hasta que se hayan dorado y la cerveza, prácticamente, se haya consumido.

Para el acompañamiento caramelizaremos la manzana que previamente habremos pelado y cortado en finos gajos.
En una sartén calentamos la mantequilla junto con el azúcar hasta conseguir un caramelo. Añadimos los gajos de manzana y los salteamos hasta que cojan un tono doradito.
Cuando las salchichas estén listas, sólo nos queda servir acompañándolas de los gajitos de manzana.

Como veis, es una receta original y diferente con la que, aunque parezca mentira, no tuve ningún tipo de complicación ya que es muy fácil de preparar.
Sólo tened en cuenta que, como no existe tiempo de permanencia de las salchichas dentro del horno, hay que estar continuamente pendiente para evitar que se consuma del todo la cerveza y se nos puedan quemar las salchichas.

Espero que os guste. ¡Buen provecho!

viernes, 23 de abril de 2010

DIADA DE SANT JORDI


El día de hoy me gusta especialmente.
Barcelona se llena de rosas y libros y multitud de personas pasean por sus calles dejándose embriagar por el agradable ambiente que se respira.
A pesar de que muchos se vanaglorian criticando este día por su afán comercial, creo que el espíritu de la diada de Sant Jordi es otro muy distinto. Hombres y mujeres se demuestran su amor regalándose rosas y libros, qué hay más bonito que eso.
Aunque hoy no voy a colgar ninguna receta, no quiero dejar pasar la oportunidad de felicitar desde aquí a todos los Jordis, Jordinas y Georginas, así como a todos los enamorados de esta fecha.

La leyenda

Dice la leyenda de Sant Jordi que
hace mucho mucho tiempo había
un dragón monstruoso, con largas
uñas y aliento de fuego. Este
dragón hacía huir al pueblo,
mataba a la gente con su aliento
y se tragaba vivas a las personas.

Los aldeanos, sin otra solución,
decidieron darle dos ovejas a
diario para apaciguar su hambre.
Cuando terminaron con las ovejas,
le dieron vacas, bueyes y todos los
animales que tenían, hasta que se
quedaron con ninguno.

El rey convocó una reunión, donde
decidieron que harían
un sorteo y le darían al dragón una
persona cada día, para
que se la comiese.
Un desafortunado día, le tocó a la
hija del rey, y él, entre
lágrimas dijo: -Perdonad a mi hija y,
a cambio, os daré todo
mi oro, mi argento y la mitad de mi
reinado, pero os los pido
por favor, dejad a mi hija.

El pueblo le negó, y el rey pidió ocho
días para llorar a su hija.
Llegado el día, el rey la vistió y la
dejó delante de la cueva,
cerca del dragón.
Pero de repente, cuando el
dragón ya abría su gran boca para
comerse de un mordisco a la
princesa, apareció, cabalcando
sobre un caballo blanco y con su
lanza y su escudo dorado el
caballero Sant Jordi, para salvar a
la princesa de las garras de aquel
enorme dragón.

Aquel caballero alzó su larga lanza
y de un golpe, el dragón cayó
desplomado al suelo, con la lanza
clavada en el centro del corazón.

De repente, de la sangre del
dragón que le brotaba cuerpo
abajo salió un rosal, con unas rosas
que brillaban con el esplendor del
sol, y de repente, el caballero Sant
Jordi cogió una, la más bonita de
todas, se dirigió a la princesa y se
la dio en señal de amor.
El rey le pidió que se casara con
su hija y que le daría todo su oro y
la mitad de su reinado.

Pero el caballero se marcho sobre
su caballo blanco sin decir nada.
Desde aquel día la gente del
pueblo vivió tranquila.

Es por eso que en el día de Sant
Jordi los hombres regalan una flor
a la persona que más quieren, y
las mujeres un libro.

No hace falta que las leyendas
sean ciertas, tan solo hace falta
que sean bonitas.

Espero que os guste.

martes, 20 de abril de 2010

BIZCOCHO CON LIMÓN Y CANELA

Hoy no me apetecía mucho escribir. La verdad es que ando un poco apática con todo esto del paro, la ausencia de trabajo, de prestación económica, la incesante búsqueda sin resultados... No sé, esta situación me desequilibra. Tengo mis momentos, claro. No todos los días son negros, algunos son grises, incluso grises perla pero, blancos, lo que se dice blancos, hay pocos, muy pocos.
Cada día me levanto con la esperanza de recibir alguna llamada que me de la oportunidad de optar a un puesto de trabajo que se ajuste, tanto a mis expectativas como a mis conocimientos y experiencia pero, los días se suceden y nada. No sólo no hay oportunidades sino que tampoco hay llamadas. Un fiasco, vamos.
Aprovecho para hacer un llamamiento desde aquí a todos aquellos que pudieran ayudarme. Ya no se trata de encontrar trabajo para ganar dinero, que también, es más bien la necesidad de sentirse útil, de que no se pasen los días de balde. Tampoco significa que me tire los días tumbada a la bartola, viendo la tele o mirando las musarañas. Es otro tipo de actividad la que empiezo a necesitar de forma desesperada.
En fin... vayamos al bizcocho que es lo que hoy nos ocupa.

Ingredientes:

1 yogur natural
Aceite de oliva
Azúcar
Harina
2 huevos
Levadura
Ralladura de limón
Mantequilla
Canela en polvo

Elaboración:

Tomaremos como medida el yogur y mezclaremos en un bol el yogur natural, 1 de aceite, 2 de azúcar, 3 de harina, los huevos, la ralladura de limón y la levadura.
Untamos un molde con mantequilla para evitar que se nos pegue el bizcocho y vertemos la masa.
Espolvoreamos con azúcar y canela y horneamos durante unos 25 minutos.

Parece fácil, no? Pues de fácil nada de nada. Bueno, es cierto que la elaboración no tiene mayor complicación, sólo hay que mezclar, en un único paso, todos los ingredientes en un recipiente apto para ello. La dificultad radica en darse cuenta de que si espolvoreas la masa, antes de hornear, con el azúcar y la canela, el bizcocho se quema por su parte superior y se queda crudo en el interior. Con lo que hay que terminar con el bizcocho en la basura porque ya no tiene remedio.
Eso fue lo que me pasó la primera vez que quise sorprender con esta receta.
Decidí intentarlo de nuevo. Esta vez puse la masa a hornear sin el azúcar y sin la canela, y cuando quedaban pocos minutos para retirarlo del horno, espolvoreé ambos ingredientes y lo introduje de nuevo para que el bizcocho se impregnara de ellos.
Esta vez sí conseguí el resultado deseado. Un esponjoso y delicioso bizcocho, ideal para acompañar con café.
Como veis, también en cuestiones culinarias, hay que saber usar el sentido común. Era lógico que se quemara el azúcar. Su grado de cocción es inferior al de la masa, por lo tanto, no podría haber resistido intacto durante todo el tiempo que durara la cocción del bizcocho.
Como dijo Charles Dickens: "Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender".
He aprendido la lección: a partir de ahora leeré todas las recetas que quiero cocinar aplicando el sentido común.
Que vagi de gust!!

sábado, 17 de abril de 2010

P.D.

Mañana vuelvo a tener invitados a comer, Vane y Jose Ángel visitan nuestro hogar y he decidido obsequiarles con esta última receta. La primera vez que la cociné me pareció tan rica y sabrosa que quiero repetir.

Pero aunque mañana tendré que arreglármelas sola en la cocina, espero que me salga tan bien, o incluso mejor, que la última vez y que les guste tanto como a mis últimos invitados.

Sólo espero no tener tantos tropiezos y que todo se suceda de una forma más harmoniosa. De hecho, ya he pensado en el modus operandi: primero haré la salsa para caramelizar, después la salsa bigarde y, sólo cuando esté todo a punto, introduciré los muslitos en el horno para estar, única y exclusivamente, pendiente de que no se me queme el pollo.

Ya os contaré.

MUSLITOS DE POLLO CARAMELIZADOS CON SALSA BIGARDE

A estas horas miles y miles de profesores de primaria estarán examinándose en toda Catalunya para ganarse el mejor de los regalos, una plaza fija como profesor titular en alguno de los colegios que forman parte del Departament d'Educació de la Generalitat.
No quería dejar pasar esta oportunidad para desearles todo lo mejor, en especial, a mi marido y a mi hermana, que también se encuentran en esa misma situación, que llevan horas y horas de preparación y estudio a sus espaldas y que ya se merecen una recompensa.
Desde aquí: ¡¡Suerte!! Seguro que esta vez lo conseguís.

Pero vamos con lo que nos ha traído aquí: una nueva ocasión para aprender a cocinar algo nuevo.

Ingredientes para 6 personas:                    

12 muslitos de pollo
3 cebollas
1 ramita de romero
2 cucharadas de miel
2 cucharadas de mermelada de naranja
1 cucharada de azúcar
3 cucharadas de vinagre
1/2 taza de tomate triturado
3 naranjas
1/2 limón
1 vaso de vino blanco seco
3/4 de litro de caldo de ave
75 gr. de jamón cortado en daditos
1 rama de apio cortada en rodajas
2 zanahorias ralladas
5 echalotas picadas
1 cucharada de harina
75 gr. de mantequilla
Aceite de oliva
Pimienta y sal

Elaboración:

Limpiar los muslitos de pollo, salpimentar y disponer en una fuente ligeramente aceitada.
Precalentar el horno a 180 grados.
Introducir en el horno los muslitos y cocer durante 45 minutos.
  • Salsa para caramelizar:
En una sartén, con dos cucharadas de aceite, rehogamos dos cebollas picadas muy finas, a fuego muy lento, con una ramita de romero, durante unos 20 minutos.
Retiramos del fuego. Sacamos la ramita de romero y salpimentamos.
Añadimos la mermelada de naranja y la miel.
Removemos hasta formar una salsa líquida.

Pasados los 45 minutos, regamos los muslitos con la salsa que hemos preparado anteriormente.
Hemos de regarlos 3 veces con la salsa de cocción para que queden bien impregnados y se caramelicen bien (importante: vigilar la potencia del horno para que no se queme el azúcar).
Conservar el pollo en el horno mientras realizamos la salsa bigarde.

  • Salsa Bigarde:
En un cazo, a fuego muy vivo, cocemos el azúcar y el vinagre hasta conseguir un caramelo.
Agregamos el tomate triturado, el zumo de una naranja, el vino blanco y el caldo de ave y lo mantenemos cociendo a fuego vivo durante 10 minutos, sin tapar.
En otra cacerola calentamos el aceite y la mitad de la mantequilla.
Rehogamos los taquitos de jamón, la zanahoria rallada, el apio y las echalotas picadas.
Agregamos el contenido de la cocción anterior y salpimentamos.
Tapamos la cacerola y mantenemos cociendo durante 20 minutos a fuego medio.
Colamos la salsa resultante y la volvemos a la cacerlora.
Agregamos unas tiras de piel de naranja y unas gotitas de limón. Cocemos durante 3 minutos
más.
En una sartén, mezclamos la harina con el resto de la mantequilla y formamos una bolita, que añadiremos a la salsa, removiendo sin cesar, para ayudar a espesarla.
Rectificamos de sal y azúcar.

Retiramos los muslitos y los dejamos reposar unos 5 minutos.
Emplatamos y regamos con la salsa bigarde antes de servir.
Listo para comer. Mmmmm, exquisito!!

Queridos bloggeros, esta es, sin duda, las receta más difícil a que le me he enfrentado pero, ya os decía en el post anterior que quería sorprender a los que iban a ser mis primeros invitados a comer.
Desde aquí tengo a agradecer la inestimable ayuda de mi hermana Eva que me ayudo, y mucho, a llevar a cabo esta receta con la que sudé la gota gorda para conseguir un buen resultado.
Como ya viene siendo habitual, y en esta ocasión no podía ser de otra manera, durante la elaboración de la receta se sucedieron una serie de inconvenientes que dificultaron la realización de la misma con la naturalidad y tranquilidad que se requiere en estos casos.
Para empezar, aunque había realizado la compra con varios días de antelación para no dejar nada al azar, no disponía de todos los ingredientes para realizar la receta.
Por más que busqué, no encontré las malditas echalotas que, tras mucho indagar, incluso en la red, averigüé qué eran: no son más que una cebollas muy pequeñas, habitualmente para servir enteras. Tampoco tenía apio en mi nevera aunque, esta vez, no fue por descuido sino más bien porque, como no soy amante del apio, pensé "no se notará, total, con la de ingredientes que lleva, por que no haya apio, nadie lo va a notar". Y así fue, ignoré el apio de la manera más vil y ruin que se puede ignorar a algo e hice como si jamás hubiera existido en la lista de ingredientes.
En el transcurso de la elaboración, los tropiezos entre mi hermana y yo se sucedían constantemente, y eso que en la cocina hay espacio suficiente para las dos, incluso para una tercera o cuarta persona. Pero... Nos faltaban manos, platos, ollas, sartenes, mármol... Yo no dejaba de leer y releer la receta una y otra vez para agilizar el trabajo pero, lejos de ayudarme, entorpecía más mi buen hacer.
Por si no fuera poca la complicación de la receta, a mi hermana se le ocurrió la feliz idea de acompañar el pollo con unas patatas cortadas en rodajas, que habría que haber metido al horno junto con el pollo, para que se asaran al mismo tiempo. Pero, llevábamos tantas cosas entre manos que nos pasaron por alto las patatas. A última hora, cuando apenas faltaban diez minutos para que el pollo estuviera listo, pelamos las patatas rápidamente, les dimos un toque de calor en el microondas para que se cocieran un poco, lo justo para terminar de hacerse en el horno, y las incorporamos a la bandeja del pollo.
Aún se nos olvidaba algo más, no habíamos espesado la salsa, tal y como recomendaba la receta en el último paso. No nos importó, al igual que había hecho con el apio, ignoré este paso, como si nunca hubiera leído nada al respecto, y procedimos a emplatar el pollo con una salsa un tanto líquida.
Finalmente, aunque casi se nos quema el pollo en el horno, conseguimos nuestro fin: un rico y sabroso pollo caramelizado acompañado con patatas asadas. Delicioso.


martes, 13 de abril de 2010

BROWNIE DE CHOCOLATE

Hoy es martes y trece, lagarto, lagarto, como dirían muchos pero yo, que no creo en las supersticiones, he decidido indagar en la red para averiguar a qué extraña razón se debe la superstición por este día. Y esto es lo que he encontrado:

< La superstición de que, cuando se sientan trece comensales a la misma mesa, uno de ellos morirá (al lavantarse), siempre se ha puesto en relación con la Última Cena, aludiendo al Judas Iscariote como el número trece. La superstición de que el “Freitag, den Dreizehnten” (en español “martes y trece”) es el día en que suceden desgracias, día funesto y aciago, surgió en el mundo cristiano de la combinación del número 13, que corresponde al apóstol que traicionó a Jesús, con el viernes, día en que Jesús fue crucificado (Viernes Santo).

En todas las altas culturas, el número 12 es el número cósmico, divino, número que representa el transcurso del tiempo en años de 12 meses. De modo que todo lo que se sobrepase este sistema duodecimal desbarata la configuración del universo. El número 12 es el número que simboliza el orden y la estabilidad del universo: 12 dioses, 12 signos del zodiaco, 12 meses, 12 horas, 12 tribus de Israel, 12 apóstoles. El 13 saca de quicio este sistema "duodecimal". Con el número 13 entra en acción el mal, el demonio, un elemento destructor. Lo que era "símbolon" (unión) se convierte en "diábolon" (desunión).

La superstición del número 13 no parece remontarse más allá del siglo XVII. No tenemos testimonios de la Edad Media que prueben la existencia de la superstición del número 13. Al contrario, el número 12 combinado con un número más da 13 y con ello adquiere una fuerza positiva, la capacidad de crear algo nuevo. Por ejemplo: doce monjes y un abad pueden fundar un convento. Algo parecido parece que existía ya en el derecho germano: doce jurados y un juez podían formar tribunal.

En la historia de Israel: el día trece del mes doce del año doce del reinado de rey Jerjes (486-464 a.C.) estaban todos los judíos condenados a muerte, la intervención de Ester impidió el genocidio.
En contexto cultural cristiano, el número 13 es el número funesto y aciago. Se suele poner en relación con la Última Cena, en la que estaba Jesucristo con los doce apóstoles. El trece se referiría a Judas. El viernes es el día de la semana en que fue crucificado Jesucristo (Viernes Santo).
En las culturas orientales, el 13 era un número divino.
En La Bella Durmiente, de los hermanos Grimm, la hija del rey quedó condenada a dormir cien años porque sus padres sólo tenían doce platos de oro y así no pudieron invitar a el hada número trece para celebrar el nacimiento de la hija.
En la mitología griega, doce dioses del Olimpo se reúnen y se olvidan de invitar a Eris, la diosa de la discordia. Para vengarse, Eris arroja la manzana de oro para “la más bella”. La discordia sobre cuál de las diosas era la más bella, provocó la guerra de Troya.
Pero incluso en la simbología cristiana no siempre tiene el número 13 ese carácter negativo y funesto. Por ejemplo, las Trinidad + los Doce Mandamientos suman en total 13; los doce discípulos de Jesús + el Maestro = 13.
En Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Alemania, el viernes 13 es el día aciago por excelencia, en otros, como España, esa fecha es el martes 13. Sobre el martes y trece tenemos varios proverbios:
En martes y trece, ni te cases ni te embarques.
El martes era el día del dios Marte, el dios de la guerra, entre los romanos. El viernes el día de la diosa Venus. Por tanto eran los días consagrados a estos dioses los días aciagos de la semana.
El número 13, combinado con días como el martes o el viernes como días maléficos, proviene, en la tradición cristiana, de la Sagrada Cena o Última Cena en la que se reunió Jesús con sus doce apóstoles, uno de los cuales, Judas, le traicionaría. El viernes es además el día en que fue crucificado Jesucristo. Para algunos teólogos, sin embargo, el número 13 no debería ser un número fatal sino más bien benéfico, ya que si Judas no hubiera traicionado a Jesucristo, no se hubiera cumplido el plan de salvación y redención de la humanidad mediante la muerte de Cristo. En la Última Cena, Jesús, sabiendo que Judas le habría de traicionar, moja el bocado en el plato y se lo pasa a Judas: "Lo que has de hacer, hazlo pronto" (Jn.13:21-30). >
Bueno, esto son algunas de las teorías que he podido leer en la red.
Supersticiones a parte, creo que hoy es un buen día para hacer este riquísimo brownie de chocolate que, como en otras ocasiones, también me causó algún que otro problemilla.
Era un frío día del mes de Febrero cuando decidimos obsequiar a nuestros amigos con una rica comida para inaugurar nuestro recién estrenado hogar (no recuerdo si os había comentado que recientemente nos mudamos a vivir a Sant Sadurní d'Anoia). Como era la primera ocasión en que iba a cocinar para ellos pensé en sorprenderlos con una original receta. Busqué por internet, y tras descartar varias opciones, encontré lo que estaba buscando: "Pollo caramelizado con Salsa Bigarde". "Mmmmm, qué rico, pensé, sin duda, con este suculento plato les dejaré boquiabiertos". Pero este será motivo de otra entrada en el blog. Ahora vayamos al brownie.
No contenta con deleitarles con un primero de infarto, se me ocurrió la genial idea de elaborar un postre exquisito.


Ingredientes para 6 personas:
100 gr. de harina
110 gr. de azúcar
4 huevos
100 gr. de nueces peladas
125 gr. de chocolate para postres
125 gr. de mantequilla


Elaboración:
Precalentamos el horno a 180 grados
Batir los huevos e incorporar el azúcar. Seguir batiendo hasta conseguir una mezcla cremosa.
Añadir la harina tamizada (pasar la harina por un colador) y mezclar muy bien.
Fundimos el chocolate, previamente troceado, al baño maría (en un cazo ponemos agua a hervir e introducimos otro recipiente que contenga el chocolate, el calor del agua irá fundiendo el chocolate poco a poco).
Una vez fundido el chocolate, añadimos la mantequilla y la fusionamos con el chocolate.
Añadimos la crema de chocolate al batido de huevos y mezclamos muy bien.
Incorporamos las nueces machacadas y vertimos la preparación en un molde engrasado.
Horneamos durante 15 min.

Esta vez, no podía ser de otra manera, algún misterioso duendecillo se había colado en mi cocina para impedir que las cosas salieran bien.
Transcurridos los 15 minutos de horno me dispuse a desmoldar el brownie, ilusionada porque su aspecto y grosor eran inmejorables. "Esta vez he triunfado", me dije pero, oh sorpresa!! Cuando desmoldé mi brownie para emplatarlo, todo ese grosor se vino a bajo en cuestión de segundos y, con él, mi autoestima, tan ensalzada minutos antes.
Como una buena cocinera debe tener recursos para todo, no me amilané ante esta pequeña adversidad. Coloqué de nuevo el brownie en su molde, recomponiéndolo como buenamente pude, y lo introduje de nuevo en el horno para darle tiempo a que la masa se hiciera debidamente. Transcurrido un tiempo prudencial, volví a sacar el brownie del horno, lo desmoldé y... "Cómo es posible? Sigue igual, no puede ser!!". Aunque es importante crecerse ante las adversidades, en esta ocasión opté por desistir. Coloqué el "brownie" en su bandeja y, humildemente, se lo di a probar a mi marido quien, a pesar de su terrorífico aspecto, me dio el visto bueno.
Desesperada porque no tenía postre que ofrecer a mis invitados, era viernes por la tarde y ya no me quedaban ingredientes para intentarlo de nuevo, llamé a mi hermana quien se presentó, al día siguiente, con una deliciosa tarta de piña hecha por ella misma.
La comida fue todo un éxito.

jueves, 8 de abril de 2010

CARNE EN SALSA CON CHAMPIÑONES

Porque no siempre hay que complicarse la vida cuando se trata de cocina, hoy os muestro una receta fácil y muy sabrosa.

Ingredientes:

Aceite de oliva
Cebolla
Ajo
Tomate
Laurel
Carne (de cerdo o ternera, a gusto del consumidor)
Champiñones, enteros o laminados, también al gusto

Elaboración:

En una cacerola, a fuego lento, se pone aceite de oliva a calentar, una cebolla bien picada, un diente de ajo, un tomate, o dos, bien picados y una hoja de laurel.
Cuando esté bien caliente se añade la carne cortada en tacos, los champiñones y se fríen un poco.
Una vez esté dorada la carne, se añade agua hasta cubrir y se remueve constantemente durante unos 40 min.
Listo para servir!!

Como veis, complicaciones la justas, no? Quizás el único handicap de esta receta sea el tiempo de elaboración ya que, 40 min. pendiente del fuego... resulta un poco pesado, pero vale la pena porque el resultado es excelente.
Recordad lo que siempre os digo: a toda receta es importante darle vuestro toque personal. Es la manera en que la hacéis vuestra y la adaptáis a vuestros propios gustos.
En este caso, además de agua, preferí añadirle vino tinto (en este caso, agua y vino a partes iguales), pensé que de esta forma mi receta resultaría más elaborada y conseguiría darle mi toque personal. Así fue.
No puedo deciros como hubiera estado el plato cocinado sólo con agua, porque no lo he hecho. Lo que sí puedo afirmar es que, con el vino, estuvo deliciosoooooo!!


miércoles, 7 de abril de 2010

Hola a todos de nuevo!!

Sé que os he tenido un tanto olvidados estos días pero, ya se sabe, así es el período vacacional. Te marchas unos días de asueto, con el mejor de los propósitos, seguir poniendo al día el blog y, finalmente, ni asueto, ni propósitos.

En fin... Pero ya estoy aquí, que es lo importante.

El caso es que estaba tranquilamente jugando al Sonic Racing, el nuevo juego de Wii, cuando me he visto invadida por el ansias de mi marido que quería hacer deporte con la Wii-Fit, así que no me ha quedado más remedio que levantar el campamento.

Como no sabía muy bien qué hacer he pensado en vosotros y vuestra grata compañía. Así que aquí estoy para deleitaros con otra de mis exquisitas recetas.

Espero que hayáis pasado una buenas vacaciones de Semana Santa. 

Que disfrutéis!!

TORRIJAS

Ya sé que las torrijas son un típico dulce de Semana Santa y que, desafortunadamente para muchos, ésta acabo ayer, aun así no quiero dejar de obsequiaros con la receta puesto que, si apetecen, por qué no cocinarlas en cualquier otro momento...

Ingredientes:
                            
Pan duro
Leche
Huevo
Aceite de oliva
Azúcar
Canela

Elaboración:

Se corta el pan en rodajas, ni muy gruesas, para evitar que queden demasiado esponjosas por dentro, ni muy finas, para evitar que se rompan.
En un bol con leche se ponen en remojo las rebanadas de pan de manera que se empapen bien con la leche. A medida que el pan va absorbiendo la leche se va añadiendo más.
A continuación se baten un par de huevos, o más, en función de la cantidad de pan que tengamos, y se pasan las rebanadas de pan, bien empapadas en leche, al huevo.
Se rebozan bien en huevo y se pasan a la sartén en la que, previamente, habremos calentado muy bien el aceite de oliva.
Se fríen las rebanadas de pan y las retiramos a un plato con una servilleta de papel de cocina, a fin de que ésta absorba el excedente de aceite.
Preparamos un plato con azúcar y otro con canela.
Una vez hayamos eliminado el aceite sobrante, se pasan las rebanadas de pan, primero por el plato de azúcar y luego por el de la canela.
Torrijas listas para tomar!!

Esta sería la receta más sencilla para elaborar unas exquisitas torrijas de Semana Santa pero, como toda receta, admite variaciones.
Aquí os apunto algunas de ellas para que toméis la que mejor os parezca o las pongáis todas en práctica y os quedéis con la que os resulte más gustosa.

  • Previamente a empapar las rebanadas de pan en la leche, ésta puede hervirse con una ramita de canela y una peladura de limón. El resto de la elaboración es la misma.
  • También puede realizarse la receta con pan bimbo, en lugar de pan de barra.
  • Otra opción es mezclar la leche con el huevo, a razón de un huevo por cada vaso de leche, y empapar en esta mezcla las rebanadas de pan.
  • Otra modalidad es mezclar el azúcar con la canela antes de rebozar la torrija, de manera que el sabor resulta más homogéneo.
Os animo a que las probéis, están realmente deliciosas. Mmmmmm