martes, 20 de abril de 2010

BIZCOCHO CON LIMÓN Y CANELA

Hoy no me apetecía mucho escribir. La verdad es que ando un poco apática con todo esto del paro, la ausencia de trabajo, de prestación económica, la incesante búsqueda sin resultados... No sé, esta situación me desequilibra. Tengo mis momentos, claro. No todos los días son negros, algunos son grises, incluso grises perla pero, blancos, lo que se dice blancos, hay pocos, muy pocos.
Cada día me levanto con la esperanza de recibir alguna llamada que me de la oportunidad de optar a un puesto de trabajo que se ajuste, tanto a mis expectativas como a mis conocimientos y experiencia pero, los días se suceden y nada. No sólo no hay oportunidades sino que tampoco hay llamadas. Un fiasco, vamos.
Aprovecho para hacer un llamamiento desde aquí a todos aquellos que pudieran ayudarme. Ya no se trata de encontrar trabajo para ganar dinero, que también, es más bien la necesidad de sentirse útil, de que no se pasen los días de balde. Tampoco significa que me tire los días tumbada a la bartola, viendo la tele o mirando las musarañas. Es otro tipo de actividad la que empiezo a necesitar de forma desesperada.
En fin... vayamos al bizcocho que es lo que hoy nos ocupa.

Ingredientes:

1 yogur natural
Aceite de oliva
Azúcar
Harina
2 huevos
Levadura
Ralladura de limón
Mantequilla
Canela en polvo

Elaboración:

Tomaremos como medida el yogur y mezclaremos en un bol el yogur natural, 1 de aceite, 2 de azúcar, 3 de harina, los huevos, la ralladura de limón y la levadura.
Untamos un molde con mantequilla para evitar que se nos pegue el bizcocho y vertemos la masa.
Espolvoreamos con azúcar y canela y horneamos durante unos 25 minutos.

Parece fácil, no? Pues de fácil nada de nada. Bueno, es cierto que la elaboración no tiene mayor complicación, sólo hay que mezclar, en un único paso, todos los ingredientes en un recipiente apto para ello. La dificultad radica en darse cuenta de que si espolvoreas la masa, antes de hornear, con el azúcar y la canela, el bizcocho se quema por su parte superior y se queda crudo en el interior. Con lo que hay que terminar con el bizcocho en la basura porque ya no tiene remedio.
Eso fue lo que me pasó la primera vez que quise sorprender con esta receta.
Decidí intentarlo de nuevo. Esta vez puse la masa a hornear sin el azúcar y sin la canela, y cuando quedaban pocos minutos para retirarlo del horno, espolvoreé ambos ingredientes y lo introduje de nuevo para que el bizcocho se impregnara de ellos.
Esta vez sí conseguí el resultado deseado. Un esponjoso y delicioso bizcocho, ideal para acompañar con café.
Como veis, también en cuestiones culinarias, hay que saber usar el sentido común. Era lógico que se quemara el azúcar. Su grado de cocción es inferior al de la masa, por lo tanto, no podría haber resistido intacto durante todo el tiempo que durara la cocción del bizcocho.
Como dijo Charles Dickens: "Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender".
He aprendido la lección: a partir de ahora leeré todas las recetas que quiero cocinar aplicando el sentido común.
Que vagi de gust!!

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