Aunque pueda parecer otra cosa, estoy en clase de contabilidad. Eva, la profe y tutora, nos ha propuesto bajar a la sala de ordenadores para poder adelantar el proyecto que estamos realizando y así no tener tanto trabajo en casa. Como yo ya lo tengo terminado, a la espera de recibir el visto bueno, estoy aprovechando el tiempo para escribir, que me motiva más, por ahora, que la contabilidad.
Antes de empezar la clase, hemos estado hablando sobre qué hacer y cómo celebrar la próxima Diada de Sant Jordi. Es tradición en el Instituto proponer actividades para distraer a los alumnos de sus obligaciones diarias y hacer más llevaderas estas últimas semanas del curso. Con la llegada del buen tiempo, aunque por aquí el sol todavía se resiste a despuntar, la asistencia a clase se hace más cuesta arriba y el deseo por terminar provoca una ansiedad casi incontrolable.
Se han propuesto varias cosas: hacer papiroflexia, un amigo invisible de rosas, un concurso de poesía... Pero, como suele ocurrir en estos casos, lamentalemente, los compañeros se muestran poco participativos y con muy pocas ganas de colaborar. Debe ser un rasgo característico de los estudiantes de Administración y Finanzas, porque somos de los pocos grupos que casi nunca promovemos actividades. Yo, por mi parte, he propuesto explicar la leyenda de Sant Jordi que, aunque poco original, según con la gracia con que se haga, puede resultar muy entretenido. Había que tener en cuenta, además, que el tiempo destinado a estas actividades lúdicas iba a ser breve, así que, algunas de las propuestas se descartaban de forma automática por su poca viabilidad.
Finalmente, no hemos llegado a ningún consenso así que dudo que vaya a hacerse nada extraordinario.
Por otro lado, ese mismo día (23 de Abril) me han de practicar mi segunda extracción de muela de juicio, con lo que tampoco estaré para muchos saraos. Sea como fuere, espero pasar una Diada lo más agradable posible, con rosa, o rosal, y libro incluidos, como manda la tradición.
De momento y, para hacer más agradable la espera, os dejo con esta receta: MAGDALENAS DE CHOCOLATE Y NARANJA. Porque ya tocaba algo dulce.
Ingredientes:
300 gr. de harina
250 ml. de leche
100 gr. de azúcar
1 sobre de levadura
1 huevo
Ralladura de naranja
El zumo de 1 naranja
100 gr. de chocolate en polvo
70 gr. de mantequilla
Elaboración:
Precalentamos el horno a 190 grados.
Batimos la leche, el azúcar, la mantequilla y el huevo.
A continuación incorporamos la harina, junto con la levadura, previamente tamizadas.
Agregamos el chocolate en polvo, la ralladura de naranja y el zumo.
Removemos bien para conseguir una mezcla perfectamente homogénea y rellenamos los moldes.
Horneamos durante unos 30 minutos.
Como siempre, cuando se trata de temperatura de horno y de tiempo de cocción, os recomiendo que toméis estas indicaciones como orientativas ya que cada horno es un mundo y cada uno conocemos el nuestro y su funcionamiento. Por eso, es preferible que, pasados unos 20 o 25 minutos, empecéis a echarle un vistazo a vuestras creaciones, para evitar males mayores. Ya sabéis que yo soy experta en estas lides... Por eso os prevengo.
Espero que os guste.
Que aproveche!!
(P.D. Este post ha sido publicado el día después de haber sido escrito)
Diario de una Cocinera Inexperta
Hola a todos, mi nombre es Chusa y soy una desempleada más. Cierto día, cansada del aburrimiento que me invadía y de no saber en qué gastar mi tiempo libre decidí aprender a cocinar. Al principio estaba bien, mi maridito probaba mis platos y me daba su "más sincera opinión" pero, me faltaba algo. Fue entonces cuando pensé en compartirlo con vosotros. Pues bien, aquí estoy, esperando haceros pasar un buen rato con mis anécdotas culinarias.
Bon appétit!!
jueves, 19 de abril de 2012
martes, 17 de abril de 2012
RAGOUT DE TERNERA
¿Puede alguien vivir en 445 m2 durante el resto de su vida?
Seguramente sí, seguramente usted conoce a mucha gente así. Personas que se desplazan por una celda sin estar presas; que se levantan cada día sabiendo que todo va a ser igual que ayer, igual que mañana; personas que a pesar de estar vivas se sienten muertas.
Esta es la historia de un hombre que fue capaz de hacer realidad lo que cada noche imaginaba bajos las sábanas: empezarlo todo de nuevo. Lo hizo, pero pagó un precio demasiado alto.
Pero si de verdad usted quiere saber cuál es el argumento de esta novela, mire su muñeca izquierda; ahí está todo.
Así reza la sinopsis de "El bolígrafo de gel verde", de Eloy Moreno, la última novela que he leído y de cuya lectura he quedado, francamente, impresionada.
Su prosa, fácil y ligera, favorece a que te sientas parte de la historia. No sólo porque cualquiera de nostros podríamos ser su protagonista sino porque, el relato es tan real, que dirías estar viviéndolo en primera persona.
Desde aquí, mi más sincera enhorabuena al autor cuyo empeño, esfuerzo y dedicación dieron finalmente sus frutos en forma de novela. Y, por qué no, mi recomendación a todos aquellos que quieran tener una novela de cabecera, y de referencia, a la que poder acudir en momentos de duda o crisis existencial. "El bolígrafo de gel verde" nos demuestra, con cada una de sus palabras, frases o párrafos, que todo es posible. Que un cambio de vida, aunque traumático al principio, puede arreglar muchas cosas y hacernos evolucionar hacia mejor, como personas y en nuestra relación con los demás. Sólo hace falta ese poco de coraje que nos empuje a dar el paso definitivo, decisivo en nuestras vidas.
Yo, con mis humildes aportaciones a este humilde blog, no pretendo provocar ningún cambio en vuestro estilos de vida, tan sólo que, con su lectura, paséis un buen rato, olvidando esta cruel crisis que nos ha tocado vivir.
Hoy, la receta que os presento es: RAGOUT DE TERNERA. Tomad buena nota porque es un plato sencillo de cocinar pero muy, muy sabroso, que os hará quedar muy bien si tenéis invitados a comer.
Ingredientes:
600 gr. de ternera en tacos
600 gr. de cebolla
250 ml. de pué de tomate
1 cucharilla de perejil
2 cucharas de sal
2 cucharillas de pimentón
2 hojas de laurel
Sal
Caldo de carne
6 cucharas de aceite de girasol
Pimienta
Hojas de albahaca
Elaboración:
Troceamos la cebolla y la freimos en aceite caliente hasta que obtenga un color amarillo oscuro. Añadimos el caldo de carme y lo dejamos hervir durante unos 20 minutos.
Para el Ragout:
Cuando el caldo haya reducido, añadimos las dos cucharadas de pimentón, las hojas de laurel y la ternera. Vertimos un poco más de caldo, añadimos el perejil y dejamos que hierva.
Si es necesario, añadimos más caldo.
15 minutos antes de que esté finalizado, echamos la sal, el puré de tomate y la pimienta.
Cuando esté listo, incorporamos una cucharadita de albahaca y lo dejamos hervir durante unos 2 o 3 minutos más.
Como véis en la foto yo añadí unas patatas en forma de tacos, para completar el plato. Vosotros podéis hacerlo igual o acompañarlo con arroz, ensalada... No sé. Lo que más os apetezca.
Espero que os haya gustado.
Que aproveche!!
Seguramente sí, seguramente usted conoce a mucha gente así. Personas que se desplazan por una celda sin estar presas; que se levantan cada día sabiendo que todo va a ser igual que ayer, igual que mañana; personas que a pesar de estar vivas se sienten muertas.
Esta es la historia de un hombre que fue capaz de hacer realidad lo que cada noche imaginaba bajos las sábanas: empezarlo todo de nuevo. Lo hizo, pero pagó un precio demasiado alto.
Pero si de verdad usted quiere saber cuál es el argumento de esta novela, mire su muñeca izquierda; ahí está todo.
Así reza la sinopsis de "El bolígrafo de gel verde", de Eloy Moreno, la última novela que he leído y de cuya lectura he quedado, francamente, impresionada.
Su prosa, fácil y ligera, favorece a que te sientas parte de la historia. No sólo porque cualquiera de nostros podríamos ser su protagonista sino porque, el relato es tan real, que dirías estar viviéndolo en primera persona.
Desde aquí, mi más sincera enhorabuena al autor cuyo empeño, esfuerzo y dedicación dieron finalmente sus frutos en forma de novela. Y, por qué no, mi recomendación a todos aquellos que quieran tener una novela de cabecera, y de referencia, a la que poder acudir en momentos de duda o crisis existencial. "El bolígrafo de gel verde" nos demuestra, con cada una de sus palabras, frases o párrafos, que todo es posible. Que un cambio de vida, aunque traumático al principio, puede arreglar muchas cosas y hacernos evolucionar hacia mejor, como personas y en nuestra relación con los demás. Sólo hace falta ese poco de coraje que nos empuje a dar el paso definitivo, decisivo en nuestras vidas.
Yo, con mis humildes aportaciones a este humilde blog, no pretendo provocar ningún cambio en vuestro estilos de vida, tan sólo que, con su lectura, paséis un buen rato, olvidando esta cruel crisis que nos ha tocado vivir.
Hoy, la receta que os presento es: RAGOUT DE TERNERA. Tomad buena nota porque es un plato sencillo de cocinar pero muy, muy sabroso, que os hará quedar muy bien si tenéis invitados a comer.
Ingredientes:
600 gr. de ternera en tacos
600 gr. de cebolla
250 ml. de pué de tomate
1 cucharilla de perejil
2 cucharas de sal
2 cucharillas de pimentón
2 hojas de laurel
Sal
Caldo de carne
6 cucharas de aceite de girasol
Pimienta
Hojas de albahaca
Elaboración:
Troceamos la cebolla y la freimos en aceite caliente hasta que obtenga un color amarillo oscuro. Añadimos el caldo de carme y lo dejamos hervir durante unos 20 minutos.
Para el Ragout:
Cuando el caldo haya reducido, añadimos las dos cucharadas de pimentón, las hojas de laurel y la ternera. Vertimos un poco más de caldo, añadimos el perejil y dejamos que hierva.
Si es necesario, añadimos más caldo.
15 minutos antes de que esté finalizado, echamos la sal, el puré de tomate y la pimienta.
Cuando esté listo, incorporamos una cucharadita de albahaca y lo dejamos hervir durante unos 2 o 3 minutos más.
Como véis en la foto yo añadí unas patatas en forma de tacos, para completar el plato. Vosotros podéis hacerlo igual o acompañarlo con arroz, ensalada... No sé. Lo que más os apetezca.
Espero que os haya gustado.
Que aproveche!!
martes, 10 de abril de 2012
COSTILLAS DE CERDO A LA BARBACOA
Ahora mismo tendría que ponerme a estudiar porque mañana tengo examen de marketing pero he preferido escribir un nuevo post porque necesito desahogarme un poco y desconectar de los estudios. Aunque sólo haga unas horas que acabamos de reincorporarnos a las clases, necesito YA un respiro. Supongo que porque hoy no ha sido un buen día.
La desgracia que me ha ocurrido hoy no puedo achacarla a la rotura del espejo que se me cayó la semana pasada y se hizo trizas sobre el bidé. Sería demasiado fácil echarle la culpa a un hecho fortuito que no tiene por qué haber afectado al transcurso normal de mi existencia. Además, nunca me he considerado una persona supersticiosa ya que, si así fuera, miles de infortunios ocurren a mi alrededor cada día sin poder remediarlos y no tienen la culpa ni estoy en situación de poder hacerles responsables del devenir de las cosas que suceden en mi vida.
Definitivamente la rotura del espejo no ha tenido nada que ver. Tampoco que ese mismo día se precipitara al vacío mi cepillo de pelo favorito y también se rompiera, ni que el sábado, preparando el adobo para las costillas de cerdo, se me cayera la mano de mortero partiéndose en dos. No, nada de esto ha tenido, ni tiene nada que ver con lo que me ha ocurrido hoy.
Todo ha sido resultado de mi mala cabeza, de mi irresponsabilidad, de mi despreocupación por lo verdaderamente importante... Y es que hoy, no me han ingresado mi correspondiente prestación por desempleo, a la que tengo derecho por haber cotizado durante un año. Y no ha sido porque, de repente, las arcas del Estado se hayan quedado sin fondos, que bien podría ser cierto, ni porque el encargado de remitir las transferencias con las cantidades pertinentes a los diferentes números de cuenta se haya olvidado o confundido, no. Si hoy no me han ingresado lo que por ley me corresponde no ha sido más que por mi culpa. Sí, sí, por mi culpa. Y es que olvidé renovar mi demanda de empleo con el Instituto Nacional de Empleo en la fecha correspondiente. Cosa a la que estamos obligados/as, cada cuatro meses, todos los españolitos/as que nos encontramos en situación de desempleo. Como es mi caso. Y que, para más INRI, estamos percibiendo una prestación contributiva, o no. Ya que, previa concesión de dicha prestación, nos hemos comprometido a buscar trabajo de manera activa y, estar dado de baja del INEM supone todo lo contrario. Es decir, que no te importa no tener trabajo y, es más, que no tienes intención de buscarlo porque tres narices te importa no tenerlo (quiero aclarar en este punto que no es mi caso, en absoluto).
La desgracia que me ha ocurrido hoy no puedo achacarla a la rotura del espejo que se me cayó la semana pasada y se hizo trizas sobre el bidé. Sería demasiado fácil echarle la culpa a un hecho fortuito que no tiene por qué haber afectado al transcurso normal de mi existencia. Además, nunca me he considerado una persona supersticiosa ya que, si así fuera, miles de infortunios ocurren a mi alrededor cada día sin poder remediarlos y no tienen la culpa ni estoy en situación de poder hacerles responsables del devenir de las cosas que suceden en mi vida.
Definitivamente la rotura del espejo no ha tenido nada que ver. Tampoco que ese mismo día se precipitara al vacío mi cepillo de pelo favorito y también se rompiera, ni que el sábado, preparando el adobo para las costillas de cerdo, se me cayera la mano de mortero partiéndose en dos. No, nada de esto ha tenido, ni tiene nada que ver con lo que me ha ocurrido hoy.
Todo ha sido resultado de mi mala cabeza, de mi irresponsabilidad, de mi despreocupación por lo verdaderamente importante... Y es que hoy, no me han ingresado mi correspondiente prestación por desempleo, a la que tengo derecho por haber cotizado durante un año. Y no ha sido porque, de repente, las arcas del Estado se hayan quedado sin fondos, que bien podría ser cierto, ni porque el encargado de remitir las transferencias con las cantidades pertinentes a los diferentes números de cuenta se haya olvidado o confundido, no. Si hoy no me han ingresado lo que por ley me corresponde no ha sido más que por mi culpa. Sí, sí, por mi culpa. Y es que olvidé renovar mi demanda de empleo con el Instituto Nacional de Empleo en la fecha correspondiente. Cosa a la que estamos obligados/as, cada cuatro meses, todos los españolitos/as que nos encontramos en situación de desempleo. Como es mi caso. Y que, para más INRI, estamos percibiendo una prestación contributiva, o no. Ya que, previa concesión de dicha prestación, nos hemos comprometido a buscar trabajo de manera activa y, estar dado de baja del INEM supone todo lo contrario. Es decir, que no te importa no tener trabajo y, es más, que no tienes intención de buscarlo porque tres narices te importa no tenerlo (quiero aclarar en este punto que no es mi caso, en absoluto).
Así que mañana a primerísima hora tendré que "acercarme" a mi oficina del INEM a resolver la situación aunque esta tarde ya me han anticipado que, con tanto tiempo de descuido, poca cosa podré hacer.
En fin, que, para ahogar mis penas de alguna manera, hoy os deleito con esta estupenda receta: COSTILLAS DE CERDO A LA BARBACOA.
Ingredientes:
Costillas de cerdo (a razón del número de comensales. Yo calculé dos por persona, si son grandes)
3 cucharadas de ketchup
3 cucharadas de miel
3 cucharadas de mostaza
1 vaso pequeño de vino blanco
4 dientes de ajo
Picada de ajo y perejil
Elaboración:
Preparamos el adobo la noche anterior a la preparación del plato para dejar las costillas macerando durante toda la noche. Para ello picamos los cuatro dientes de ajo y añadimos el ketchup, la miel y la mostaza. Cuando hayamos conseguido una mezcla homogénea, incorporamos el vaso de vino blanco (cosa que decidí hacer yo por cuenta y riesgo propios, ya que la receta original se limitaba a nombrarlo en el listado de ingredientes. Luego, se olvidaba comentar qué había que hacer con él...) y la picada de ajo y perejil, al gusto.
Una vez saladas las costillas, las colocamos en un recipiente apto para horno y las embadurnamos bien con la mezcla anterior. Lo que nos sobre lo abocamos en el recipiente ya que, al día siguiente, cuando las hayamos metido en el horno, nos permitirá ir bañándolas con ese adobo sobrante.
Al día siguiente, precalentamos el horno a unos 190 grados de temperatura e introducimos la bandeja con las costillas adobadas. Horneamos de unos 45 minutos a una hora. Ya sabéis que depende mucho de cada horno. Hay que ir controlando para que no se nos pase demasiado, hasta el punto de ser irremediable.
El acompañamiento es opcional. Yo opté por unas patatas asadas, porque me chiflan, pero podéis acompañar las costillas con verduras asadas, ensalada... No sé. Lo que se os ocurra.
Me despido hoy deseandoos que no os ocurra lo mismo que a mi. Que esta anécdota que os he trasladado la toméis a modo de advertencia o consejo.
Disfrutad de esta nueva receta.
Que aproveche!
El acompañamiento es opcional. Yo opté por unas patatas asadas, porque me chiflan, pero podéis acompañar las costillas con verduras asadas, ensalada... No sé. Lo que se os ocurra.
Me despido hoy deseandoos que no os ocurra lo mismo que a mi. Que esta anécdota que os he trasladado la toméis a modo de advertencia o consejo.
Disfrutad de esta nueva receta.
Que aproveche!
lunes, 9 de abril de 2012
CALABACINES RELLENOS
Hoy es Lunes de Pascua y, como marca la tradición, miles de familias se reunirán entorno a una mesa a disfrutar de la mona que el padrí y el abuelo habrán regalado a sus ahijados y nietos.
Pero, ¿a qué obedece esta tradición tan arraigada?
Desde tiempos muy remotos, el huevo ha simbolizado nacimiento y resurrección. Los egipcios enterraban huevos en sus tumbas y los griegos los colocaban sobre las sepulturas. Los romanos acuñaron el proverbio “toda vida procede de un huevo”, y la leyenda asegura que Simón el Cireneo, que ayudó a Cristo a trasladar la cruz hasta el Calvario, tenía como oficio el de vendedor de huevos.
Por tanto, cuando la Iglesia empezó a celebrar la Resurrección, en el siglo II, no tuvo que buscar muy lejos para encontrar un símbolo popular y fácilmente identificable.
En aquellos tiempos, las personas adineradas envolvían con pan de oro los huevos que regalaban, y los campesinos solían colorearlos, hirviéndolos con ciertas hojas, flores o cortezas, o con unos insectos llamados cochinillas.
La mona de Pascua, tan tradicional en Cataluña, Valencia y Murcia, es la presentación de los clásicos huevos de Pascua, de chocolate o de caramelo, con un pastel o una carta como base, o bien sobre una construcción de chocolate. En el siglo XVIII, era ya el obsequio clásico del padrino a sus ahijados, y el número de huevos correspondía a los años de edad de los niños hasta llegar a los doce. En ese momento, tal vez como punto final de este obsequio, el número de huevos se elevaba a trece. La tarta que los acompañaba era una confección sencilla de repostería, conocida como coca de Pascua, y podía revestir diversas formas de animales o de objetos, como ocurría en Francia con los “pains d'épice”.
A mediados del siglo XIX, las monas pierden su sencillez inicial y su presentación se hace más complicada, enriqueciéndose con unos adornos de azúcar caramelizado, almendras azucaradas, confituras, guirlache, anises plateados y, desde luego, los huevos de Pascua pintados, todo ello coronado por figuras de porcelana, madera, cartón o tela.
Pues bien, yo nunca he podido disfrutar de una mona de Pascua porque, por raro e increíble que parezca, el sacerdote que me bautizó, hace ya taitantos años, no consintió que yo tuviera padrinos. Así que, no sólo no he podido disfrutar de esta tradición y de otras muchas relacionadas con el apadrinamiento sino que, además, en caso de que la desgracia sobrevenga sobre mis padres, me hallaré desprotegida, sin nadie que pueda hacerse cargo de mi (aunque ya esté algo mayor para decir esto, sentir que tienes a alguien que se ocupará de ti en caso de faltar tus padres, alivia mucho... Pero no es ese mi caso).
Yo, a modo de celebración particular, escribo este artículo y lo acompaño de una receta fácil y rica: CALABACINES RELLENOS
Ingredientes:
Calabacines (uno por persona)
Atún (una lata por persona)
Taquitos de jamón (un paquete para dos)
Tomate frito
Elaboración:
Cocemos los calabacines en un recipiente con un poco de sal durante unos 8 min. a partir de que el agua haya roto a hervir.
Una vez se hayan enfriado los calabacines, los cortamos por la mitad y retiramos, con cuidado de no romperlos, la carne del calabacín.
En un bol, echamos el atún, los taquitos de jamón y la carne del calabacín y mezclamos bien. Añadimos un poquito de tomate frito y removemos hasta conseguir una masa homogénea.
Rellenamos los calabacines con la mezcla obtenida anteriormente y los introducimos en el horno a temperatura media durante unos diez minutos.
Para los que os guste el queso (no es mi caso), podéis añadir por encima un poco de queso rallado o queso de fundir. Seguro que os estará mucho más sabroso.
Como veis se trata de una receta súper sencilla de realizar y que puede servir, tanto de acompañamiento como de primer plato.
Espero que la disfrutéis tanto como yo.
Bon appétit!!
Pero, ¿a qué obedece esta tradición tan arraigada?
Desde tiempos muy remotos, el huevo ha simbolizado nacimiento y resurrección. Los egipcios enterraban huevos en sus tumbas y los griegos los colocaban sobre las sepulturas. Los romanos acuñaron el proverbio “toda vida procede de un huevo”, y la leyenda asegura que Simón el Cireneo, que ayudó a Cristo a trasladar la cruz hasta el Calvario, tenía como oficio el de vendedor de huevos.
Por tanto, cuando la Iglesia empezó a celebrar la Resurrección, en el siglo II, no tuvo que buscar muy lejos para encontrar un símbolo popular y fácilmente identificable.
En aquellos tiempos, las personas adineradas envolvían con pan de oro los huevos que regalaban, y los campesinos solían colorearlos, hirviéndolos con ciertas hojas, flores o cortezas, o con unos insectos llamados cochinillas.
La mona de Pascua, tan tradicional en Cataluña, Valencia y Murcia, es la presentación de los clásicos huevos de Pascua, de chocolate o de caramelo, con un pastel o una carta como base, o bien sobre una construcción de chocolate. En el siglo XVIII, era ya el obsequio clásico del padrino a sus ahijados, y el número de huevos correspondía a los años de edad de los niños hasta llegar a los doce. En ese momento, tal vez como punto final de este obsequio, el número de huevos se elevaba a trece. La tarta que los acompañaba era una confección sencilla de repostería, conocida como coca de Pascua, y podía revestir diversas formas de animales o de objetos, como ocurría en Francia con los “pains d'épice”.
A mediados del siglo XIX, las monas pierden su sencillez inicial y su presentación se hace más complicada, enriqueciéndose con unos adornos de azúcar caramelizado, almendras azucaradas, confituras, guirlache, anises plateados y, desde luego, los huevos de Pascua pintados, todo ello coronado por figuras de porcelana, madera, cartón o tela.
Pues bien, yo nunca he podido disfrutar de una mona de Pascua porque, por raro e increíble que parezca, el sacerdote que me bautizó, hace ya taitantos años, no consintió que yo tuviera padrinos. Así que, no sólo no he podido disfrutar de esta tradición y de otras muchas relacionadas con el apadrinamiento sino que, además, en caso de que la desgracia sobrevenga sobre mis padres, me hallaré desprotegida, sin nadie que pueda hacerse cargo de mi (aunque ya esté algo mayor para decir esto, sentir que tienes a alguien que se ocupará de ti en caso de faltar tus padres, alivia mucho... Pero no es ese mi caso).
Yo, a modo de celebración particular, escribo este artículo y lo acompaño de una receta fácil y rica: CALABACINES RELLENOS
Ingredientes:
Calabacines (uno por persona)
Atún (una lata por persona)
Taquitos de jamón (un paquete para dos)
Tomate frito
Elaboración:
Cocemos los calabacines en un recipiente con un poco de sal durante unos 8 min. a partir de que el agua haya roto a hervir.
Una vez se hayan enfriado los calabacines, los cortamos por la mitad y retiramos, con cuidado de no romperlos, la carne del calabacín.
En un bol, echamos el atún, los taquitos de jamón y la carne del calabacín y mezclamos bien. Añadimos un poquito de tomate frito y removemos hasta conseguir una masa homogénea.
Rellenamos los calabacines con la mezcla obtenida anteriormente y los introducimos en el horno a temperatura media durante unos diez minutos.
Para los que os guste el queso (no es mi caso), podéis añadir por encima un poco de queso rallado o queso de fundir. Seguro que os estará mucho más sabroso.
Como veis se trata de una receta súper sencilla de realizar y que puede servir, tanto de acompañamiento como de primer plato.
Espero que la disfrutéis tanto como yo.
Bon appétit!!
martes, 27 de marzo de 2012
CHERRIES CAKE
Buenos días a todos/as!!
Anoche me acosté pensando en que hoy comería calabacines rellenos, motivo por el cual me levanté de la cama de un brinco para sacar del congelador la carne picada que usaría hoy en mi receta. No sé por qué se me antojó tal cosa. El caso es que, en cuanto me he sentado frente al ordenador, me he puesto a buscar recetas de calabacines rellenos para poder hacer la que me resultara más apetitosa.
Ups, qué emoción!! Siento interrumpir mi relato de forma tan repentina, pero acabo de recibir una llamada inesperada. Bueno, inesperada del todo no ha sido, algo me temía. Veréis. Esta mañana he recibido, a través del facebook, el mensaje de una vieja amiga del colegio, ofreciéndome la posibilidad de enviarle un currículo porque su primo le había preguntado si conocía alguna administrativa-contable. Ella se ha acordado de mi y me ha escrito en seguida. Yo, a su vez, le he respondido a la mayor brevedad, agradeciéndole la oportunidad y enviándole mi currículo. Y ya me han llamado para citarme a una entrevista!! Será el próximo jueves a las 16:00, en Barcelona. El horario es ideal, de 9:00 a 15:00. Eso me permitiría seguir con mis estudios hasta finalizar el curso en el mes de mayo. Esperemos que haya suerte porque, tal y cómo están las cosas, estas oportunidades caídas del cielo no hay que dejarlas escapar. Ya os contaré...
Bien, como iba diciendo: he encontrado bastantes recetas de calabacines rellenos. Todas ellas muy variadas y apetecibles. Pero, ¿cuál ha sido mi sorpresa al llegar a la nevera dispuesta a prepararlos? Pues que los calabacines que he encontrado en ella eran demasiado pequeños para poder rellenarlos con nada. Así que, mi gozo en un pozo... Usaré la carne picada para hacerme unos clásicos macarrones con salsa boloñesa.
Los calabacines tendrán que esperar...
Por eso, en lugar de obsequiaros hoy con la receta de los calabacines, lo hago con otra igual de rica: Bizcocho de cerezas.
Anoche me acosté pensando en que hoy comería calabacines rellenos, motivo por el cual me levanté de la cama de un brinco para sacar del congelador la carne picada que usaría hoy en mi receta. No sé por qué se me antojó tal cosa. El caso es que, en cuanto me he sentado frente al ordenador, me he puesto a buscar recetas de calabacines rellenos para poder hacer la que me resultara más apetitosa.
Ups, qué emoción!! Siento interrumpir mi relato de forma tan repentina, pero acabo de recibir una llamada inesperada. Bueno, inesperada del todo no ha sido, algo me temía. Veréis. Esta mañana he recibido, a través del facebook, el mensaje de una vieja amiga del colegio, ofreciéndome la posibilidad de enviarle un currículo porque su primo le había preguntado si conocía alguna administrativa-contable. Ella se ha acordado de mi y me ha escrito en seguida. Yo, a su vez, le he respondido a la mayor brevedad, agradeciéndole la oportunidad y enviándole mi currículo. Y ya me han llamado para citarme a una entrevista!! Será el próximo jueves a las 16:00, en Barcelona. El horario es ideal, de 9:00 a 15:00. Eso me permitiría seguir con mis estudios hasta finalizar el curso en el mes de mayo. Esperemos que haya suerte porque, tal y cómo están las cosas, estas oportunidades caídas del cielo no hay que dejarlas escapar. Ya os contaré...
Bien, como iba diciendo: he encontrado bastantes recetas de calabacines rellenos. Todas ellas muy variadas y apetecibles. Pero, ¿cuál ha sido mi sorpresa al llegar a la nevera dispuesta a prepararlos? Pues que los calabacines que he encontrado en ella eran demasiado pequeños para poder rellenarlos con nada. Así que, mi gozo en un pozo... Usaré la carne picada para hacerme unos clásicos macarrones con salsa boloñesa.
Los calabacines tendrán que esperar...
Por eso, en lugar de obsequiaros hoy con la receta de los calabacines, lo hago con otra igual de rica: Bizcocho de cerezas.
Ingredientes:
300 gr. de harina
200 gr. de azúcar
1 yogur natural
1 sobre de levadura
4 huevos
Ralladura de naranja
100 gr. de mantequilla
1 cucharada de esencia de vainilla
1 pellizco de sal
Brandy
Preparación de las cerezas:
1. Lavamos las cerezas y las partimos en dos para deshuesarlas.
2. En una sartén, echamos dos cucharadas de mantequilla. Cuando esté derretida añadimos las cerezas y, en el momento en que empiecen a soltar su jugo, echamos una cucharada de brandy.
3. Removemos de vez en cuando y las dejamos cocer durante 5 minutos a fuego medio.
El resultado será similar al de una compota, aunque no tan hecha.
4. Retiramos las cerezas y las dejamos enfriar.
Preparación del bizcocho:
1. Batimos los huevos con el azúcar hasta que queden con una pequeña espuma.
2. Añadimos la levadura y la harina y volemos a batir.
3. Agregamos el yogur, la ralladura de naranja, el pellizquito de sal, la cucharada de esencia de vainilla y la mantequilla líquida. Batimos el conjunto hasta que no queden grumos.
4. Abocamos la mezcla en un recipiente, que habremos engrasado previamente, y, justo antes de introducirlo en el horno, colocamos las cerezas con una cuchara de forma cuidadosa, para evitar que se hundan en la masa.
5. Horneamos a 180 grados durante 40 min. aproximadamente.
6. Retirar cuando esté completamente seco y dejar enfriar en la nevera.
Como veis, aunque la preparación es algo más laboriosa de lo habitual, tampoco entraña mayores complicaciones y el resultado vale mucho la pena. Es excelente. Ya veréis.
Bon appetit!
martes, 20 de marzo de 2012
SALMOREJO CORDOBÉS
No sé por qué, de repente, me asaltan una irrefrenables ganas de escribir. No acierto a comprender a qué se debe ni a qué responde esta ansiedad por la narración que me embarga últimamente. Quizás sea porque necesito sentirme realizada de alguna manera ya que, al no trabajar, no tengo la oportunidad de demostrar mi potencial y, escribiendo, siento que algo estoy haciendo bien. Porque me gusta escribir, y expresarme, y que la gente me lea y opine acerca de lo que cuento. O, simplemente, se recreen en una lectura fácil y amena y se diviertan con mis palabras de la misma manera que yo lo hago al escribirlas.
En muchas ocasiones me he planteado escribir un libro pero de la misma manera que surge la idea, desaparece y se volatiliza como si nunca antes hubiera existido. Y no es más que por mi falta de imaginación. Cuando pienso sobre qué escribir, no se me ocurre nada que pueda resultar lo suficientemente atractivo como para ser publicado. Y eso que dicen que la imaginación se cultiva... No creo que sea mi caso, no sé.
Hoy quiero deleitaros con una receta de salmorejo cordobés, y que me disculpen los cordobeses, que es sencilla a la par que muy sabrosa. Eso sí, con mi toque particular. Quizás la receta sean una invención propia...
En muchas ocasiones me he planteado escribir un libro pero de la misma manera que surge la idea, desaparece y se volatiliza como si nunca antes hubiera existido. Y no es más que por mi falta de imaginación. Cuando pienso sobre qué escribir, no se me ocurre nada que pueda resultar lo suficientemente atractivo como para ser publicado. Y eso que dicen que la imaginación se cultiva... No creo que sea mi caso, no sé.
Hoy quiero deleitaros con una receta de salmorejo cordobés, y que me disculpen los cordobeses, que es sencilla a la par que muy sabrosa. Eso sí, con mi toque particular. Quizás la receta sean una invención propia...
500 gr. de tomates
100 gr. de pan
100 ml. de aceite de oliva
1 diente de ajo
Sal
Huevos duros
Taquitos de jamón
Elaboración:
Los tomates podéis elegirlos naturales, que deberéis escaldar un poco para poder pelarlos y trozearlos antes de añadirlos al pan, o triturados, de los que venden envasados. Al gusto.
Primero troceamos el pan, que puede ser del días anterior, y lo introducimos en un recipiente. Añadimos el tomate, media cucharada de sal, medio diente de ajo y el aceite.
A continuación batimos todos los ingredientes hasta que nos quede una crema espesita y fina.
Probamos el resultado y rectificamos de sal o ajo.
Una vez hemos terminado la base del salmorejo, lo servimos en un plato hondo al que añadiremos, como acompañamiento, un huevo duro rallado y unos taquitos de jamón.
Es importante dejar que el salmorejo se enfríe bien para servirlo fresquito ya que es más apetecible de esta manera. Si tenemos prisa, podemos introducirlo dentro de un bol con agua fría y cubitos de hielo. De esta manera se enfriará mucho antes. Lo ideal es prepararlo la víspera en que hayamos pensado servirlo.
Primero troceamos el pan, que puede ser del días anterior, y lo introducimos en un recipiente. Añadimos el tomate, media cucharada de sal, medio diente de ajo y el aceite.
A continuación batimos todos los ingredientes hasta que nos quede una crema espesita y fina.
Probamos el resultado y rectificamos de sal o ajo.
Una vez hemos terminado la base del salmorejo, lo servimos en un plato hondo al que añadiremos, como acompañamiento, un huevo duro rallado y unos taquitos de jamón.
Es importante dejar que el salmorejo se enfríe bien para servirlo fresquito ya que es más apetecible de esta manera. Si tenemos prisa, podemos introducirlo dentro de un bol con agua fría y cubitos de hielo. De esta manera se enfriará mucho antes. Lo ideal es prepararlo la víspera en que hayamos pensado servirlo.
Esta es mi particular receta de salmorejo. Acepto críticas y recomendaciones. Seguramente sea una variante de las muchas que existen sobre este plato. Yo tengo que decir que a mi, tal y como lo preparé, me encantó. Y a mi marido también.
Que aproveche!!
Etiquetas:
salmorejo
sábado, 17 de marzo de 2012
JUDÍAS BLANCAS CON ALMEJAS
Una semana entera sin ordenador!!! Está bien, seré sincera. En realidad han sido sólo 4 días. Pero han sido los días más largos y vacíos de mi vida. Jamás me había sentido tan desangelada e incomunicada!!
Parece mentira cuánto y de qué manera influyen en nosotros las nuevas tecnologías. Reconozco su utilidad y cómo nos ayudan en nuestro día a día pero, ¿que haya llegando un punto en que no seamos capaces de sobrevivir sin Internet, móvil, etc?
Aunque la verdad, echo la vista atrás y no recuerdo cómo era mi vida anteriormente. Bueno sí. Cuando quedaba con alguien a las 17:30 en la Plaza del Ayuntamiento, no me quedaba más remedio que acudir a la cita a la hora fijada porque sino, mi cita podía pillarse un cabreo de tres pares de narices. Si por algún motivo inesperado preveías que ibas a llegar tarde, podías intentar avisar llamando al teléfono fijo, cosa que casi nunca funcionaba porque recurríamos a esta solución cuando apenas quedaban cinco minutos para la hora "C" con lo que, lo más probable fuera que nuestra cita ya hubiera salido de casa, si es que era más puntual que nosotros. Así que, como única alternativa posible, sólo te quedaba ponerte el turbo para finalizar aquello que te había entretenido más de la cuenta y salir chutando para llegar lo menos tarde posible. En mi caso lo tenía bastante fácil ya que mis padres viven a 10 min. de la Plaza del Ayuntamiento con lo cual, como la calle es cuesta abajo, en una carrerita tenía el camino hecho.
Y no vamos a entrar en el tema whatsapp porque me crispo y dejo de escribir el artículo. Qué triste no tener tema de conversación si no es a través de un aparatito... En fin! Juventud, divino tesoro, como diría mi madre.
Bueno, parece que no era tan complicado vivir sin móvil, no? Ahora, lo que sí me parecería imposible sería vivir sin Internet. Qué grandísimo invento! No hay cosa que imagines que no puedas encontrar en la red. No hay problema que se te plantee que no halle solución en la red. No hay trámite administrativo que no puedas realizar a través de la red. Y un sinfín de cosas más que soy incapaz de enumerar en este momento. Internet te hace la vida más fácil (recreando el slogan de no recuerdo qué anuncio...)
Pero vamos a lo que nos ha traído hasta aquí. Que no es más que otra deliciosa, apetitosa y sencilla receta. En esta ocasión se trata de una receta de mi madre que copió de no sé qué revista.
Ingredientes:
Judías blancas cocidas
Almejas frescas
Ajo y Perejil
Aceite y sal
Elaboración:
En una sartén echamos un poquito de aceite. Sin dejar que se caliente demasiado, añadimos las judías blancas cocidas (que serán de bote) sin escurrir. Para que el resultado final sea un poquito caldoso.
Cuando hayamos salteado un poco las judías, las sazonamos y echamos una picada de ajo y perejil (también sirven el perejil y ajo molidos).
Incorporamos las almejas, previamente lavadas, y tapamos la sartén. La mantenemos así hasta que las almejas se hayan abierto por completo. Y listo!! Podemos servir y degustar.
Cuando hayamos salteado un poco las judías, las sazonamos y echamos una picada de ajo y perejil (también sirven el perejil y ajo molidos).
Incorporamos las almejas, previamente lavadas, y tapamos la sartén. La mantenemos así hasta que las almejas se hayan abierto por completo. Y listo!! Podemos servir y degustar.
Como veis es una receta de lo más sencilla. Recordad adaptar la cantidad de los diferentes ingredientes al número de comensales.
Tengo que decir que esta no es una receta que yo ya haya elaborado antes. Únicamente he podido comprobar el resultado de la que cocinó mi madre la semana pasada y debo decir que fue excelente. Así que os recomiendo que la probéis porque no he conocido plato cuyo resultado, después de una preparación tan sencilla, sea tan sabroso.
Que aproveche!!
Etiquetas:
almejas,
judías blancas
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